Cesacionismo – Probando que los dones carismáticos han cesado

¿Están realmente inspiradas por el Espíritu Santo las profecías carismáticas de hoy en día o los dones han cesado? ¿Verdaderamente hablan en lengua las personas? ¿Se puede probar el cesacionismo? Aquí analizaremos lo que la Palabra de Dios revela.

¿Enseña la Biblia de manera definitiva que los dones carismáticos han cesado? ¿Puede el cesacionismo (la opinión que sostiene que los dones de revelación y de señales han cesado) ser demostrado?

Algunos dicen que el cesacionismo (la cesación de los dones) no puede ser absolutamente demostrado basándose en la Palabra de Dios. Creemos, sin embargo, que la cesación de los dones de revelación y señales (que estaban presentes en los tiempos apostólicos) se enseña claramente en la Palabra de Dios, y de hecho tan claramente que opiniones contrarias al respecto solo han surgido de forma seria alrededor de los últimos cien años.

El término cesacionismo procede de las grandes confesiones de fe del siglo XVII, como la de Westminster y la Bautista. Ambas confesiones de fe usan la misma palabra. Al hablar de cómo Dios ha revelado su voluntad y ha permitido que quedase registrara en las Escrituras, las confesiones dicen: “… las Santas Escrituras [son] muy necesarias, habiendo cesado ya las maneras anteriores por las cuales Dios revelaba su voluntad a su pueblo”. La palabra “cesación” no viene de la Biblia, pero la doctrina sí.

No solo la revelación está completa y ha cesado, sino que también han cesado las señales que avalaban que la revelación está en progreso. He aquí un corto resumen de seis pruebas bíblicas que nos muestran que los dones de revelación han cesado (las visiones, las palabras de ciencia, las palabras de sabiduría y las profecías) al igual que los dones de señales (las sanaciones y el hablar en lenguas). Dios aún sana, por supuesto, pero en respuesta a la oración, y no a través de las manos de algún supuesto sanador.

El pasaje controversial de 1 Corintios 13:8-10 no será usado en este artículo para probar la cesación de estos dones. Solo nos referiremos a los pasajes que consideramos irrefutables.

1. No ocurren desde los tiempos de los apóstoles

La primera prueba del cesacionismo (la terminación de los dones de revelación y de señales) es que las sanaciones y prodigios solo podían ser hechas por los apóstoles, y que estas eran señales especiales que les autentificaban como apóstoles. En 2 Corintios 12:12 Pablo dice:“Con todo, las señales de apóstol han sido hechas entre vosotros en toda paciencia, por señales, prodigios y milagros”.

Hubo algunas personas en la iglesia de Corintio que desafiaron la validez del apostolado de Pablo. Para defenderse, Pablo les pide que miren su don de sanación y de otras señales milagrosas que fueron hechas entre ellos, afirmando que solo los apóstoles podían ejecutar tales cosas.

El libro de Hechos afirma de manera específica que las sanaciones y otros prodigios eran exclusivos de los apóstoles, quienes obviamente ya no existen.  

Un apóstol era alguien que había acompañado al Señor Jesucristo, que lo había visto después de su resurrección y quien había sido personalmente nombrado por Él. Como testigo especial de la resurrección, se le otorgó el poder de sanar. Él también era alguien a quien el Espíritu Santo le mostraría “toda la verdad” (Juan 14:26 y 16:13) y quien escribiría los escritos inspirados o los ratificaría.
        Los creyentes necesitaban saber quiénes eran los verdaderos apóstoles, para así respetar su autoridad especial y única. Ellos los reconocerían por sus sanaciones y otras señales. Las personas que no pertenecían al grupo de los apóstoles (el cual incluía dos ayudantes designados) no podían hacer estas señales. Si ellos las hubiesen podido hacer, entonces nadie habría podido tener la certeza de quiénes eran los verdaderos apóstoles.

En Hechos 2:43 y 5:12 se vuelve a dejar claro una vez más que los milagros eran realizados por “las manos de los apóstoles”. Esta eran señales exclusivas de los apóstoles. También, en Hebreos 2:3-4 los dones de sanación estaban firmemente vinculados a los apóstoles.

Pablo era un apóstol debido a que vio al Señor resucitado y a que fue directamente nombrado por Él. El hecho de que no recibió entrenamiento directo de parte de Cristo, fue compensado al recibir revelaciones únicas y especiales. Pablo aclara en 1 Corintios 15:8 que a él, “al último de todos, y como a un abortivo, me apareció”, indicando que él fue el único apóstol fuera del grupo original y que, por lo tanto, era el último. (Las personas que hoy en día dicen ser apóstoles no cumplen con los requisitos y sus afirmaciones son inapropiadas y erróneas).

Cuando algunas personas dicen que la cesación de los dones de los apóstoles no puede ser probada basándose en las Escrituras, se les olvida que el libro de Hechos afirma de manera específica que las sanaciones y otros prodigios eran exclusivos de los apóstoles, quienes obviamente ya no existen.

Cuando las iglesias habían crecido y se habían multiplicado, Pedro fue a Lida y luego a Jope, donde notablemente sanó a Eneas y levantó a Dorcas de entre los muertos. Comunidades enteras se quedaron asombradas porque ninguno de los otros creyentes en dichos lugares podía hacer tales cosas.

Cuando un joven se cayó de una ventana en Troas, solo había una persona allí que lo podía resucitar; ese era Pablo. La idea carismática de que numerosos cristianos realizaban sanaciones no se puede encontrar en el Nuevo Testamento. Se narra que solo los apóstoles sanaban, incluyendo a dos ayudantes o delegados apostólicos, Esteban y Felipe, y probablemente Bernabé.

La única ocasión en la cual alguien fuera del grupo mencionado anteriormente ejecutó una sanación fue cuando el Señor le ordenó a Ananías que sanase a Pablo. No hay ninguna otra sanación aparte de estas en la Iglesia primitiva. Las ideas pentecostales y carismáticas que argumentan que los cristianos constantemente y de manera indiscriminada llevaban a cabo sanaciones simplemente no se enseñan en la Biblia. De ahí que el registro infalible de las Escrituras muestre que el punto de vista carismático de la sanación es un error basado en un mito. El registro bíblico prueba que las sanaciones y obras poderosas estaban restringidas a un grupo de personas quienes ya, por supuesto, han dejado de existir.
 

2. El propósito temporal de las lenguas

La segunda prueba de que el cesacionismo puede ser probado basándose en la Biblia (los dones de señales han cesado) hace referencia al don de hablar en lenguas. La Biblia declara que Dios dio el hablar en lenguas específicamente como una señal para los judíos, lo cual les señalaba que la era del Mesías había llegado.

En 1 Corintios 14:21-22 Pablo dice: “En la ley está escrito: En otras lenguas y con otros labios hablaré a este pueblo; y ni aun así me oirán, dice el Señor. Así que, las lenguas son por señal, no a los creyentes, sino a los incrédulos”.

En otras palabras, el don de hablar en lenguas fue una prueba milagrosa, para los judíos que se resistían a creer en Cristo, de que una nueva era y orden en la Iglesia había llegado. El don no fue para el beneficio de los judíos que habían creído sino que fue una advertencia y una promesa para aquellos que no creían. No era una señal y advertencia para los gentiles sino para los judíos.  

Pablo citó porciones de Isaías 28:11, un capítulo en el cual Isaías profetiza la venida de Cristo. Como una señal para los judíos, Isaías dice que  aquellos de lengua tartamuda y de lengua extraña hablarían a los judíos. Los idiomas de los gentiles les retarían, algo sumamente humillante para el pueblo judío. Al mismo tiempo, era una señal de que la era Mesiánica traería a los gentiles dentro de la Iglesia, y que el Evangelio sería predicado en otros idiomas.

Esta sería una señal de la nueva era o época cuando Dios bajaría la bandera de la Iglesia judía y subiría la de la Iglesia judío-gentil de Jesucristo. Los judíos incrédulos que resistían a Cristo y se aferraban a los vestidos de Moisés tendrían la Palabra de Dios predicada a ellos en idiomas bárbaros o gentiles. 

Todo esto se cumplió, comenzando en el día de Pentecostés. A los judíos se les llamó y advirtió debidamente, pero las lenguas no se mencionan fuera de los Hechos de los Apóstoles y de 1 Corintios 12:14, lo que muestra que habían logrado su propósito de advertir a los judíos de que la nueva era o época había llegado.

La anunciación de la era de la Iglesia se logró mientras los apóstoles vivieron, y la señal ha sido retirada. Lo que hoy se conoce como hablar en lenguas no es llevado a cabo en presencia de judíos incrédulos, y no tiene nada que ver con la señal bíblica del Nuevo Testamento. La señal de que la era de la Iglesia había llegado cumplió su propósito y ha sido sobrepasada por la realidad.

El evangelio ahora se predica prácticamente en todos los idiomas del mundo, y la señal de que esto sucedería hace mucho que desapareció. El propósito del hablar en lenguas (de acuerdo con las enseñanzas de Pablo) fue cumplido en los tiempos apostólicos, lo que prueba su cesación desde aquel entonces.

3. Las lenguas eran idiomas reales

La tercera prueba del cesacionismo se suma a la segunda, y es esta: El don de hablar en idiomas reales fue dado en el día de Pentecostés (y por un breve periodo de tiempo después de eso), y nunca se ha visto desde entonces. Debería sernos obvio que los idiomas milagrosos del libro de Hechos y de 1 Corintios nunca han ocurrido desde aquellos días.

El hablar en lenguas de la actualidad no trata ningún idioma humano conocido sino que, por el contrario, se trata solo de repeticiones incoherentes y sin sentido. Nada milagroso sucede. En los tiempos del Nuevo Testamento, la persona que hablaba en lenguas recibía del Espíritu Santo la habilidad para hablar en un idioma real que no había aprendido antes, y personas que habían crecido con tal persona se  quedaban maravilladas y sorprendidas al presenciar tal cosa.
        Los judíos estarían presentes (pues era una señal específica para ellos). En el día de Pentecostés muchos judíos que vivían en tierras extranjeras escuchaban cómo otros que no hablaban sus idiomas ahora lo hacían y dichos judíos corroboraban la veracidad de quienes hablaban. Después de Pentecostés, el Espíritu Santo daría el don milagroso del entendimiento a intérpretes, de forma que siempre se pudiese corroborar la autenticidad del idioma hablado.  No se ha visto cosa similar desde los tiempos de la Biblia.

Quienes en la actualidad defienden el hablar en lenguas, siempre señalan 1 Corintios 13:1 donde Pablo, hablando hipotéticamente, dice que aun si el hablase lenguas angélicas, pero sin amor, no contaría para nada. Desesperados por encontrar un texto, los maestros carismáticos toman las palabras de Pablo como justificación para lenguas extáticas y no lingüísticas, pero es claro para cualquier persona que piense, que este es un uso terriblemente incorrecto del versículo.  

Al describir idiomas reales, la Biblia, en efecto, nos advierte que estos dones han sido retirados. Estos simplemente no han ocurrido en ningún momento de la historia, en ninguna parte del mundo, desde los tiempos de los primeros días de la Iglesia. Lo que sucede hoy es que las personas (quienes pueden ser cristianos sinceros) en su deseo de hacer lo que sus líderes insisten es correcto, buscan “hablar” fuera de las normas del lenguaje. Sin embargo, ni hablan un  idioma real ni entienden lo que están diciendo.

El cesacionismo es algo que se enseña claramente en las Escrituras en virtud de la descripción precisa que la Escritura hace acerca de los  idiomas reales, la cual no se puede aplicar a nada de lo que ha sucedido desde entonces.[1]

Desde los tiempos de la Biblia hemos presenciado los gloriosos eventos de reformación, al igual que poderosos avivamientos cuando al Espíritu de Dios le ha placido obrar con poder excepcional. A pesar de esto, no se ha reportado o registrado ni siquiera un caso de alguien que clame tener la habilidad de hablar en un idioma real que nunca haya aprendido. Esta es una prueba certera de que el genuino don bíblico de lenguas ha cesado.

4. No existen instrucciones para el nombramiento de profetas

La cuarta prueba de la cesación del don de la revelación y de señales es esta: en el Nuevo Testamento no existen instrucciones para el nombramiento de apóstoles, profetas, sanadores o de ningún otro oficio por el estilo. Esto es algo de tremenda importancia porque Dios ha establecido un patrón detallado para la Iglesia en el Nuevo Testamento. Es cierto que algunos cristianos no creen que la Biblia provea los planos o el modelo a seguir para la iglesia, pero la mayoría de personas quienes poseen creencias bíblicas bautistas sí lo creen.

El apóstol Pablo nos manda repetidamente a ser los más cuidadosos imitadores suyos en el sistema de gobierno de la iglesia y en conducta, y las epístolas pastorales establecen cómo deberíamos comportarnos y trabajar en la iglesia de Dios. Se nos es dado un modelo preciso para la iglesia en todo tiempo.

Desobedecemos el patrón perfecto de Dios si llevamos a cabo nombramientos  en la iglesia que no han sido prescritos o mandados

Tenemos instrucciones que con sumo cuidado indican cómo seleccionar predicadores, ancianos y diáconos, pero no existen instrucciones para el nombramiento de apóstoles (porque estos oficios no habrían de perpetuarse) o de cómo reconocer o acreditar a un profeta (porque los dones de revelación cesaron cuando la Biblia fue completada). Tampoco existen instrucciones para el nombramiento de sanadores.   

Este no es simplemente un argumento basado en la falta de instrucciones al respecto, sino una prueba firme de que estos oficios y funciones no habrían de continuar. Las instrucciones para todos los asuntos pertinentes a la organización de la iglesia han sido detalladas y están completas, y son suficientes y autoritativas para la iglesia hasta que Cristo venga de nuevo. Si llevamos a cabo nombramientos en la iglesia que no han sido prescritos o mandados, estamos desobedeciendo el patrón perfecto de Dios. Estamos desobedeciendo la Escritura.

¿Cómo se puede decir que no hay pruebas certeras en las Escrituras para probar que los dones han cesado, cuando el modelo para la iglesia no provee instrucciones para la continuación de portavoces inspirados hacedores de señales? Esta es una prueba contundente del cesacionismo, a menos que no creamos en la suficiencia de las Escrituras y no creamos que Dios ha provisto un modelo para su iglesia.

5. La revelación ha sido completada

La quinta prueba del cesacionismo es que la Biblia claramente enseña que la revelación está ahora terminada. No puede haber nuevas revelaciones después del tiempo de los apóstoles. Ya hemos señalado que en Juan 14:26 y en Juan 16:13 el Señor Jesucristo les dice dos veces a sus discípulos que el Espíritu Santo, cuando venga, los guiará a toda verdad.

Los apóstoles serían los autores de los libros del Nuevo Testamento y quienes autentificarían los libros inspirados del Nuevo Testamento que no fuesen escritos por ellos. Toda la verdad sería revelada, y después de la era apostólica no habría más revelación de las Escrituras. La Palabra estaría finalizada.

¡Cuán gozosos estamos debido a esto! En qué estado estaríamos si personas pudieran surgir aquí y allá (como sucede en el mundo carismático) dándonos nuevas revelaciones. ¿Quién podría saber lo que es correcto y lo que es verdad? Pero la Escritura es el estándar de medida para todo, y ya está finalizada, y completa, y es perfecta, suficiente y confiable.

Judas pudo hablar acerca de la fe que “ha sido una vez dada a los santos”. Su epístola posiblemente fue escrita veinticinco años antes del último libro de la Biblia, pero lo suficientemente “tarde” para afirmar que todas las doctrinas principales e instrucciones para la iglesia habían sido reveladas. En esta etapa avanzada de la revelación, Judas habla de la fe que ha sido una vez dada, o mejor dicho, que de una vez por todas ha sido dada. Esta ha sido prácticamente finalizada; pronto (desde la perspectiva de Judas) no habrá más revelación. 

Los versículos finales de la Biblia advierten que nada puede ser añadido o sustraído de las palabras del libro de Apocalipsis, pero esto ciertamente aplica a la Biblia entera, no solo al último libro. Lo sabemos porque esta advertencia refleja la advertencia dada por Moisés en el primer libro de la Biblia (los primeros cinco libros fueron originalmente uno), es decir, Deuteronomio 4:2: “No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno” (Palabras que Moisés repitió en Deuteronomio 12:32).

La finalización de la revelación también se prueba por el hecho de que los apóstoles y los profetas son descritos como la etapa fundacional de la Iglesia.

En Efesios 2:20 la Iglesia es descrita como que está edificada “sobre el fundamento de los apóstoles y profetas [es decir, los profetas del Nuevo Testamento] siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. Un fundamento es algo completo y estable, mientras que el edificio continúa siendo construido.

¿Qué hay acerca de la profecía de Joel, que Pedro cita en el día de Pentecostés, que decía que cuando el Espíritu fuese derramado, todos los creyentes, hombres, mujeres, viejos y jóvenes profetizarían? ¿No está implícito que esto continuaría literalmente hasta el regreso del Señor? No, porque la manera de entender esta profecía debe estar de acuerdo con la irrefutable enseñanza de la Biblia de que pronto la revelación sería completada, y entonces, habiendo ya sido completada, la revelación cesaría.

Es esta revelación completada (particularmente el Evangelio) la que será testigo a los creyentes de todas las épocas, hombres y mujeres, alrededor del mundo hasta el final. Los creyentes continuarán viendo visiones y soñando sueños en este sentido: ellos adoptarán, meditarán y proclamarán las infalibles “visiones y sueños” dados a ellos en la Biblia. No “profetizarían” en el sentido de recibir una nueva revelación. Ellos también soñarán sueños acerca de los planes y conquistas del Evangelio. En este sentido, la profecía de Joel está aún siendo cumplida.

Las extraordinarias manifestaciones como el hablar en lenguas claramente se habían desvanecido para el tiempo en el cual Pedro escribió sus dos epístolas, pues no sugiere en absoluto que esas señales de los primeros tiempos de la Iglesia continuaban aún ocurriendo.

Ya que la revelación fue completada en el tiempo de los apóstoles, podemos ver que la tarea de los apóstoles y profetas se acabó. Y si los dones de revelación han terminado, entonces han terminado también las señales que autentificaban a los autores inspirados. Recordemos lo que Pablo dijo en 2 Corintios 12:12: “Entre vosotros se operaron las señales de un verdadero apóstol […] por medio de señales, prodigios, y milagros” (LBLA).

¿Cómo puede decirse entonces que no hay pruebas bíblicas del cesacionismo cuando la Escritura afirma enfáticamente que la revelación ha sido completada, como un fundamento en el comienzo de la era de la Iglesia?

6. Las Escrituras testifican acerca del final de los dones

La sexta prueba acerca del final del cesacionismo es esta: las Escrituras muestran que estos dones estaban en el proceso de ser retirados en ese tiempo específico. Pablo, por ejemplo, quien poseía poder apostólico para ejecutar señales y prodigios y obras poderosas, no pudo, en el transcurso del tiempo, sanar a Timoteo o a Trófimo o a Epafrodito.

Podemos ver también la retirada de los dones de sanación en el libro de Santiago (que según entendemos escribió Jacobo el medio hermano del Señor) capítulo 5, donde se dan instrucciones específicas acerca de orar por los enfermos, y de cómo los ancianos pondrían sus manos sobre los que estaban postrados en cama. Es obvio en este pasaje que no se tiene en mente a sanadores talentosos, sino solo a ancianos de la iglesia que oran.

La palabra unción es mencionada, pero el término griego que denotaba la unción religiosa no es usado aquí. El griego usa una palabra muy práctica que significa “frotar” con aceite, como a manera de alivio para las úlceras ocasionadas por estar postrado en cama. Lo que Jacobo en realidad afirma es algo como esto: “Cuidado con que tu mente sea tan celestial que no seas de uso terrenal, sino que presta alivio físico a aquellas personas que sufren”.
     

Podemos, y debemos, orar por la sanidad de quienes están enfermos, pero puede ser que la voluntad de Dios sea que un enfermo testifique de la gracia de Dios en su enfermedad

Lo que más importa es la oración. Es cierto que teniendo en cuenta las instrucciones de Jacobo, ningún “talentoso sanador” es traído a casa del enfermo para dar la “orden” de ser sanados o para darle al enfermo “un toque sanador”. La imposición de manos de los ancianos es un acto simbólico, que comunica el amor de la iglesia, su cuidado y responsabilidad.      

El pasaje en Santiago contiene cuatro exhortaciones para orar y es una continuación de su enseñanza acerca de lo que debemos decir: “Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello”. Podemos, y debemos, orar por la sanidad de quienes están enfermos, pero puede ser que la voluntad de Dios sea que un enfermo testifique de la gracia de Dios en su enfermedad.

El punto principal para nosotros en este artículo es que nadie posee un poder especial para sanar en Santiago 5. La sanación es hecha por Dios en respuesta a oraciones. Se puede ver que la actitud continua de la iglesia es la de orar por sanación, recordando que algunos son llamados a vivir “como ejemplo de aflicción y de paciencia” (Santiago 5:10).

El hecho de que Jacobo no mencione los dones de sanación muestra de manera inequívoca que el don de sanación fue retirado bastante pronto durante el curso de la era apostólica.

¿Asumiría un lector neutral de la Biblia que los dones serían para todos los tiempos?

Se ha sugerido que si un nuevo convertido, sin experiencia alguna en lo que respecta a la vida como parte de una iglesia, fuese encerrado en una habitación solo con su Biblia, nunca se le ocurriría que los dones carismáticos hubiesen cesado. Lo contrario es cierto. Hay mucha gente (nosotros conocemos varios) que habiendo tenido otra otras religiones, han sido convertidos a Cristo a través de la lectura privada de las Escrituras, y subsecuentemente han encontrado una iglesia. A partir exclusivamente de la lectura de la Biblia no han recibido ningún tipo de expectativa acerca de los dones carismáticos. De manera más frecuente —y esto incrementa con el paso del tiempo— los creyentes abandonan las iglesias carismáticas habiendo entendido claramente que lo que ocurre allí no es lo que ellos leen en la Biblia.

Al leer de manera cuidadosa el libro de Hechos, descubren que solo el grupo apostólico sanaba y sienten que han sido engañados por la noción carismática y pentecostal de que numerosas personas lo hacían.

Algunos se preguntan cuál era el significado o propósito original del hablar en lenguas y cuando aprenden de Pablo que era una señal específica para los judíos, sienten una vez más que han sido engañados por sus maestros.

Igualmente, sienten que han sido instruidos de manera equivocada cuando llega a ser evidente para ellos que las “lenguas” fueron idiomas reales, algo infinitamente más milagroso que simples sonidos incomprensibles y desarticulados.    

Entonces, tan pronto como los creyentes entienden la importancia del modelo bíblico para la iglesia, a veces la siguiente pregunta surge en sus mentes: “¿Dónde están las instrucciones en la Biblia para el nombramiento de apóstoles, profetas y sanadores hoy en día?”. Se dan cuenta de que no hay ninguna en absoluto y se vuelven aún más críticos de las falsas enseñanzas que han recibido.

Entonces la pregunta acerca de la autoridad y suficiencia de la Escritura irrumpe y piensan: “¿Acaso la revelación de la Palabra de Dios no ha sido finalizada? ¿Cómo pues, las profecías modernas pueden ser válidas e inspiradas?”. Es obvio para ellos que todas las profecías “autoritativas” que ellos han escuchado son simplemente un gran error y engaño.

Muchos creyentes pensantes entienden por ellos mismos que para las personas carismáticas, las Escrituras ocupan un segundo lugar después de la imaginación humana y las experiencias misteriosas.

Finalmente, cuanto más estudian la Palabra de Dios, más ven la evidencia de que las señales desaparecieron poco después de su espectacular inicio.   

Nada de esto significa que el Señor no inste a su pueblo a recordar deberes o verdades, o a hacer ciertas cosas, o que no les advierta de peligros inminentes. Estas son intimaciones divinas, no revelaciones o dones.

En la historia de la Iglesia, se han registrado ocasiones en las que algunas personas han tenido intimación de parte de Dios acerca de situaciones o personas peligrosas, pero nunca fueron revelaciones de doctrinas. Encontramos tales ocasiones en tiempos de grave persecución. Por ejemplo, antes de la caída de la antigua Unión Soviética, hemos escuchado relatos fidedignos donde siervos clave de Dios fueron maravillosamente librados de arrestos porque el Señor había fijado en ellos una firme convicción de no ir a cierto lugar en particular. Se descubrió tiempo más tarde que la policía KGB había tendido una trampa para ellos. Sin embargo, a ninguno de los que recibió tal intimación se le otorgó un don constante, y menos aún una revelación autoritativa de verdad doctrinal. Dios puede hacer toda clase de cosas para librar y bendecir a su pueblo, pero esto no implica que los dones apostólicos o proféticos estén siendo otorgados a ninguna persona.

El daño que la enseñanza carismática ha causado

Muchos carismáticos han comenzado a notar la enorme diferencia entre la Biblia y lo que se les ha enseñado. Las personas con tales dudas a menudo se preocupan por el hecho de que un elevado número de católicos que dependen de María, que van a misa y practican las buenas obras para alcanzar la salvación también pueden hablar en lenguas y profetizar. Muchos católicos adoran exactamente de la misma manera en la que lo hacen los protestantes carismáticos.

Los carismáticos que comienzan a dudar  también llegan a escuchar que en sectas no cristianas también se habla en lenguas. Usted no necesita ser un cristiano salvo para hablar en lenguas al estilo carismático, porque estas no son un verdadero don del Espíritu.

Hay muchos cristianos sinceros en el movimiento carismático, pero aseveramos que el intentar restablecer el don de señales y de revelación es un error con consecuencias extremadamente dañinas. Podemos ver el daño cuando vemos la aparición de inmensas secciones del movimiento en el que el Evangelio prácticamente ha desaparecido al ser enterrado bajo extravagancias no bíblicas.  

En la actualidad existen grupos carismáticos grandes que niegan la sustitución penal de Cristo, e incluso algunos niegan la Trinidad. (Uno de los más famosos predicadores y escritores de carácter carismático niega la doctrina de la Trinidad).

La música de entretenimiento de estilo mundano domina las iglesias carismáticas, aun la música más extrema y de carácter totalmente impío. Las artimañas teatrales de la mayoría de los líderes carismáticos, que lo único que quieren es dinero, pueden ser vistas en cualquier momento en los canales religiosos de la televisión, y, al parecer, la herejía del “evangelio de la prosperidad” está en todas partes. Numerosos charlatanes y bribones han logrado cautivar a un gran número de seguidores llevando a cabo supuestas “sanaciones” en lugares alrededor del mundo.  Aún más, técnicas de adivinación del teatro de variedades se presentan como prodigios espirituales en iglesias que una vez fueron respetables.

La poderosa corriente que constantemente aleja la “circunscripción” carismática más y más de la Biblia, es evidencia de un error serio y fundamental, es decir, la idea de que los dones de señales y de revelación son válidos para todo los tiempos. El experimentarlos implica un doble error: primeramente reducir los dones a algo no milagroso (por ejemplo, convertir idiomas reales en palabrerías de tipo no lingüístico) y, en segundo lugar, menoscabar las Escrituras, que ahora se tendrían que rendir ante experiencias imaginarias de sueños, visiones, “palabras del Señor” y revelaciones similares. También se hace daño a cristianos cuya fe es desviada de Cristo y su Palabra, a fenómenos y sensaciones.
      Sinceramente oramos para que Dios libre a quienes son sus verdaderos hijos del creciente daño causado por el descabellado error de abandonar las Escrituras. Es perfectamente posible probar que el cesacionismo es una verdad bíblica.

Referencia


[1] Las personas que falsamente hablan en lenguas hoy en día ni siquiera intentan seguir las reglas bíblicas para el ejercicio de tal don de aquellos días: que no más de dos o tres personas podían hablar al mismo tiempo en un servicio (1 Corintios 14:27).