¿Qué provisión se hizo para el Señor en su muerte? ¿A dónde fue su alma? ¿Hay dos departamentos del Seol? ¿El Señor literalmente descendió al infierno? Primero veremos cómo el calvario impulsó a José de Arimatea, luego veremos la respuesta (con su respectiva aplicación) a estas preguntas.
Otros Sermones de la Serie “Evangelio de Marcos”
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Restaurando una vida rota
El llamado único de Cristo
Algunos han llamado al Evangelio de Marcos el primer tratado evangelístico cristiano. Hoy en día consideramos que un tratado es muy breve, pero en los siglos XVIII y XIX muchos de estos tratados eran tan o más extensos que el propio Evangelio de Marcos. Este Evangelio es breve y conciso en sus declaraciones porque su propósito principal es dar a conocer el Evangelio del Señor Jesucristo.
Muy probablemente, este Evangelio fue escrito apenas 20 años después de la crucifixión, resurrección y ascensión del Señor Jesucristo; así que este es el primero y el más antiguo de los evangelios.
Los primeros escritores cristianos fueron unánimemente claros en que se trata esencialmente del Evangelio (o memorias) de Pedro, siendo Marcos (Juan Marcos) el escritor. En la primera epístola de Pedro, este lo llama ‘Marco, hijo mío’, demostrando de esta manera su cercanía: Marcos era su ayudante y secretario.
Se ha descrito este Evangelio, y con toda razón, como el Evangelio “enérgico” pues está caracterizado por un ritmo vívido, casi que deja sin aliento. Una de las palabras favoritas de Marcos es “inmediatamente”; palabra que es traducida “sin dilación alguna” o “al instante”. No hay comentarios superfluos que se interconecten; la narrativa de este maravilloso Evangelio se mueve rápidamente.
Los Evangelios concuerdan entre sí de manera hermosa y perfecta. Una de las principales razones por las que los incrédulos alegan discrepancias entre ellos es que los Evangelios difieren en carácter, pero no en hechos; esto se debe a que han sido escritos por diferentes personas, para diferentes lectores y con diferentes propósitos en mente. Por ejemplo, Mateo está escrito para judíos y busca demostrar que Jesús es el Mesías prometido. Marcos es bastante diferente: está escrito claramente para los gentiles y explica en detalle lo que los judíos ya sabían.
De hecho, Marcos se centra más en los hechos y en los milagros de Cristo que en sus enseñanzas. Hace ambas cosas, pero el énfasis está en los actos, porque está demostrando la divinidad de Cristo específicamente a partir de Sus obras.
Marcos también tiene la distinción –más que cualquier otro evangelio– de llamar la atención sobre la oposición a Cristo. Por lo general, presentará un acto de Cristo y luego describirá de manera inmediata la oposición que surgió como resultado. Ningún otro evangelio es como el de Marcos en cuanto a establecer el drama de las comparaciones. Lo positivo y lo negativo se alternan a lo largo del libro entretanto Marcos demuestra la hostilidad y oposición de este mundo al Señor que vino a sufrir y morir por Su pueblo.