‘…y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos y el príncipe de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos ha lavado de nuestros pecados con su sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes para Dios y su Padre, a él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.’