Jua 8:34-36 Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado. Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre. Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.
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El Evangelio de Juan es un libro de un lenguaje sorprendentemente simple y, sin embargo, muy espiritual en su tono, y profundo y sustancial en su contenido.
Está escrito por el apóstol Juan, el discípulo que nunca se menciona a sí mismo, y uno de los tres discípulos de su “círculo más allegado”. Se ha dicho que habría conocido a Cristo mejor que cualquier otro discípulo; estuvo al lado de Cristo en la Última Cena; estuvo junto a la Cruz; fue el primero en mirar dentro del sepulcro; y el primero en comprender la maravilla y la naturaleza asombrosa de la resurrección de Cristo. Murió siendo muy anciano en Éfeso, según nos cuenta la tradición.
Es claramente el último de los evangelios, y supone que el lector está familiarizado con los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas. No repite muchas de las cosas de los otros evangelios, pero habla como si ya las supiéramos.
Pero éste no es sólo un “cuarto evangelio”; tiene un propósito muy distintivo y un estilo propio. No contradice de ninguna manera los otros tres evangelios. No intenta corregirlos ni nada por el estilo. No es estrictamente biográfico; de hecho, es menos biográfico de Cristo y su obra que los otros tres evangelios. Los demás prueban que las profecías del Antiguo Testamento se cumplieron en la vida y ministerio de Jesucristo: Juan no intenta hacer eso. Los demás entre ellos proporcionan una genealogía de Cristo: Juan tampoco lo hace. Está el Sermón de la Monte: Juan lo pasa por alto, aunque estaba allí. Están todas esas parábolas maravillosas: Juan no nos habla de ellas.
Este evangelio tiene un propósito diferente: se centra en la divinidad de Cristo y en la gloria de Cristo. Juan es inspirado por el Espíritu Santo para escribir con mucho análisis, demostrando que Jesús era el Cristo, sondeando las profundidades del mensaje del evangelio, y mostrando qué es realmente la unión con Cristo. A diferencia de los otros evangelios, el Evangelio de Juan dedica especial atención (cinco capítulos) a la instrucción final que Cristo dio en privado a sus discípulos justo antes del Calvario.
Juan es claramente un testigo ocular. Hay muchas pequeñas cosas mencionadas en su evangelio que no se mencionan en los otros evangelios. Incluso te dice la hora en que sucedieron ciertos incidentes. Siete capítulos completos (13-19) de este evangelio están dedicados a un período de sólo veinticuatro horas.
A menudo miramos este evangelio para encontrar doctrinas evangelísticas, porque Juan nos dice: ‘Estas están escritas para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre” (20:31), pero el libro también contiene muchas visiones exaltadas de Cristo para la profundización de nuestra fe.
Este magnífico evangelio de nuestro Señor y Salvador Jesucristo está lleno de doctrinas vitales y nos provee asombrosos detalles que benefician nuestra fe: justo lo que necesitamos para darnos cuenta de nuestros privilegios en Cristo, y “ser elevados casi que a los cielos”.